En el constante decurso de corrientes literarias ha correspondido
a los momentos de experimentación y vanguardia la más
radical reacción contra el estilo o los estilos heredados.
El escritor joven llega a poner en cuestión, en los casos
extremos, no ya la validez de una expresión literaria que
le parece caduca, sino los propios cauces de comunicación
literarios, las leyes básicas del texto escrito e incluso
el valor de la propia lengua como instrumento cardinal de comunicación,
hasta llegar al ideal de forjar el poema mediante palabras en libertad
en una tendencia que propone, al modo romántico, la unión
de todas las artes en una labor transfronteriza.