Una oración por Nora ofrece dos recorridos por el mismo ámbito físico (la Universidad de Urbana, en el Medio Oeste americano), que se traduce en otras tantas estancias separadas en el tiempo y fuertemente contrastadas; un primer momento en que el narrador es protagonista de ese entorno universitario, jovial y juvenil, despreocupadamente promiscuo, liberal en sus relaciones amistosas y sexuales; y un regreso nostálgico, al cabo del tiempo, a los mismos lugares ya en la ancianidad, que enfrenta al personaje con todo un repertorio de desapariciones dolorosas. Pero si la juventud "remota y perdida" es uno de los manantíos de estos recuerdos, el otro lo constituye la joven Nora, desinhibida y vitalista, una muchacha que compartió su "vida irreal" antes de que el joven decidiera ingresar en el mundo real (matrimonio, trabajo docente, una nueva relación, hijos...), una elección enjuiciada desde el presente como una cobarde claudicación: "Pienso en Nora y en que todo ha sido un terrible malentendido y que ese malentendido sobrevivirá a mi muerte", noción esta que, repetida en diferente contextos a lo largo de la narración (con el significado de "equívoco", pero también de "error"), acaba definiendo, para el personaje, su trayectoria biográfica.