Manuel Simón Viola.

"Las Revistas en Extremadura, 1975-2000", VIII Congreso de Escritores Extremeños, Trujillo, 20-II-2000, págs. 139-160. "

SUMARIO

    

LAS REVISTAS EN EXTREMADURA (1975-2000).

 

   Confundida en sus orígenes con el periódico [1] , la revista ofrece un desarrollo paralelo a este a lo largo de la historia. De hecho, nos encontramos en ambos casos ante publicaciones periódicas, la primera de las cuales se ha reservado para la obra de periodicidad diaria (y ha tendido a fundir cultura con actualidad), en tanto la segunda deja un lapso de tiempo más prolongado entre número y número, y presenta, por lo general, como características accidentales, un menor formato y un mayor número de páginas.

   Con algún precedente en el siglo XVIII (Mercurio histórico y político, 1738), la primera revista, titulada Revista española, apareció en Madrid entre 1832 y 1836, a partir de la cual la tradición ya no se interrumpiría. Las primeras muestras regionales aparecerán en Extremadura, con el acostumbrado desfase de las áreas periféricas, durante el último tercio del siglo XIX: Revista Extremeña (1876), La Federación Extremeña (1870-71), Boletín del Magisterio (1870), Boletín-Revista del Instituto de Badajoz (1881), La Nueva Revista Extremeña (1882), Revista de Guadalupe, El Eco del Magisterio... [2]

   En su morfología, la revista se nos presenta como obra intermedia entre el periódico (obra colectiva, de compleja organización y adosada a la actualidad) y el libro (una creación individual, más reposada). La revista, en donde no existe redacción o esta es muy reducida, se compone sin la urgencia del trabajo periódistico, sin la obligatoriedad de inserción de las colaboraciones (que pueden postergarse para el número siguiente), y sin la presión de las fechas de publicación de las sucesivas entregas.

   La revista recoge, de modo inmediato, la ebullición cultural de un entorno, a la vez que marca derroteros y orientaciones intelectuales, anticipándose en este cometido siempre al libro. Ambos llevan inseminado un perceptible poder de influir a su alrededor, pero medir su irradiación cultural es algo que solo podemos suponer o evaluar por aproximación. Son muy escasas las ocasiones en que queda documentada la acogida, la difusión y, por tanto, la influencia de una obra, sea revista o libro, pero es posible recordar algún ejemplo.

   En “Un amor literario”, cuento recogido en Ríos al mar (1956), Enrique Segura relata en clave, las peripecias sentimentales de una relación, a la postre malograda, vivida por Francisco Villaespesa (Eduardo Salinas) en Badajoz. Procedente de Lisboa, el bohemio y visceral poeta almeriense visitó en Mérida (Augusta) a Felipe Trigo (Armando Teran), quien acababa de publicar en Madrid Las ingenuas, 1901 (Las vírgenes alocadas). En su domicilio, Villaespesa conoce a Carmen Nevado (Luisa Fernanda), una hermosa joven que se había dado a conocer en los ambientes literarios con un cuento aparecido en la Revista de Extremadura (“Mi primer baile”, nº LVI, febrero de 1903). Atraído por ella, Villaespesa viajó a Badajoz (Guadaloz) en donde fue recibido con entusiasmo por el grupo de escritores de la ciudad, intimando, de modo especial, con Manuel Monterrey (a quien prologaría un poemario, Madrigales floridos, 1908).

   Rota la relación entre ambos por presiones de la familia de la joven, Villaespesa marcharía a Madrid desde donde mantendría con Monterrey una relación epistolar repleta de confidencias y lamentaciones. Por su parte, Felipe Trigo, despechado por el rechazo de Carmen, la haría protagonista de En la carrera, 1909 (La malcasada), obra en que la joven, tras ser engañada por un farsante cazadotes, acaba en un prostíbulo, abandonada por todos. La tertulia de periodistas, críticos y escritores en ciernes de la ciudad acogió indignada esta manipulación:

  

   “El más decidido, confiado en la distancia, se ofreció a desafiar al novelista valiéndose de una carta insultante; otros, más cautos, propusieron redactar un escrito de protesta en nombre de la moral y del prestigio de Guadaloz, encabezado con las firmas de las autoridades y corporaciones. El crítico literario lanzó un juicio agresivo, en el diario local, contra el autor de “La Malcasada”. Su tesis demoledora, apoyábase en las teorías freudianas del subconsciente y en la pornografía; gérmenes virulentos lanzados, como en una guerra microbiana, contra los “firmes pilares de la austera sociedad de Guadaloz”. La polvareda resultó la más diabólica propaganda de “La Malcasada” por haber infestado, a escondidas, de ejemplares las casas más honorables de la ciudad.

  

   La publicidad inintencionada, la propaganda, ocasionaron, por razones quizá inconfesables, la masiva difusión de la novela. Pero, ¿cuál fue la acogida de sus otros títulos? O, planteada la cuestión en términos más genéricos, ¿cuál ha sido la repercusión de la literatura escrita por autores extremeños en el entorno regional?

   Como es sabido, les escritores decimonónicos publican, sin excepción, su obra de creación fuera de Extremadura: no solo Espronceda, Donoso Cortés, Adelardo López de Ayala, Vicente Barrantes, Carolina Coronado, José Cascales Muñoz, Gabino Tejado..., extensas trayectorias literarias que se desarrollan durante décadas no conocen una sola edición en Extremadura. Y esa es la tendencia mayoritaria en nuestro siglo: la poesía de Gabriel y Galán, la obra narrativa de Felipe Trigo y de Reyes Huertas, la producción, ya en los años veinte, de Enrique Díez-Canedo, de Francisco Valdés, de Pedro Caba, de Eugenio Frutos... Tras la guerra civil, esta propensión se atenúa pero sigue siendo dominante: Pedro de Lorenzo, José María Valverde, Félix Grande, Víctor Chamorro, José A. García Blázquez, José María Bermejo, José A. Gabriel y Galán...

   Esta carencia, que nos está hablando de un número de lectores reducido, de la inviabilidad de un mercado editorial, es atenuada, aunque naturalmente no suplida, a nuestro juicio, por las revistas. Esto es, en Extremadura, en parte debido a la tradicional penuria editora,  han sido las revistas las que han acogido e inspirado los cambios de orientación estética, las que han señalado el agotamiento de una instrumentación expresiva, las que han mostrado los indicios primeros de una nueva expresión formal y la sustitución cíclica, en fin, de unos estilos por otros.

   Si fijamos nuestra atención, a modo de calas en nuestra historia reciente, sobre dos periodos de perfil, por lo demás, muy distinto, podremos comprobar este mayor protagonismo de las revistas en relación con el libro. La generación de fin de siglo constituye a nuestro juicio una “edad de plata” de la literatura regional que se abre en 1899 (publicación de Meridionales, de Luis Grande Baudesson, prologado por Salvador Rueda, aparición de la Revista de Extremadura) para cerrarse en 1916, año de la muerte de Felipe Trigo (muerte de Rubén, Diario de un poeta...). Teniendo en cuenta que la flexibilidad debe presidir estas demarcaciones temporales (las trayectorias de algunos autores superan ampliamente la segunda fecha), lo cierto es que el grueso de la producción literaria se concentra en esta franja cronológica, entre cuyos límites econtramos dos subgrupos de perfiles precisos. Reunidos en torno a la Revista de Extremadura (enero de 1899 - febrero de 1911, dirigida por Publio Hurtado, Joaquín Castel y otros) y a Diario de Cáceres (1903) encontramos un conjunto de escritores que compaginó el cultivo de la narración con la poesía (Gabriel y Galán, Grande Baudesson) o con el ensayo (García-Plata de Osma, Diego María Crehuet, Roso de Luna). En torno a Archivo Extremeño (febrero de 1908 - diciembre de 1911, dirigida por Jesús Ricón y Antonio Arqueros) y a los diarios pacenses de corte conservador, Noticiero Extremeño (1904), Nuevo Diario de Badajoz (tercera época, 1898), más tarde Correo de la mañana (1914), se dan cita escritores como José López Prudencio, Manuel Monterrey, Luis Rodríguez Varo, Sancho González, Antonio Reyes Huertas o Enrique Segura [3] .

   Con la excepción del teatro, la producción de estos autores se vertió en los más diversos géneros literarios: el poema, el ensayo, la novela, el cuento, la estampa costumbrista, el estudio histórico..., pero, ¿cuál fue su aportación más valiosa? Es muy posible que si tratáramos de contestar a esta pregunta, el grado de coincidencia fuera muy bajo. Quizá alguien optara por los estudios de literatura regional de López Prudencio, por los poemarios de Monterrey (tan irregulares, pero fue el únigo género no rezagado en relación con el panorama nacional), por la poesía costumbrista lastrada por tesis morales de Gabriel y Galán o por la narrativa de Felipe Trigo (quizá su trilogía sobre Extremadura, En la carrera, Un médico rural y Jarrapellejos).

   A mi juicio, junto a estas obras de calidad innegable es obligado mencionar la aportación colectiva que se tradujo en las sucesivas entregas de Revista de Extremadura y Archivo Extremeño, porque en ellas, y no en los libros, irrumpen las distintas tendencias regionales de fin de siglo, porque en ellas encuentran su primer cauce de expresión, y esto es así incluso en un periodo de fuerte actividad editorial, especialmente si se compara con décadas anteriores o posteriores. Bastará para ejemplificar lo que decimos cotejar algunas fechas:

   Los poemas “extremeños” de Gabriel y Galán ven la luz en el cambio de siglo, tanto en las revistas como en unos diarios que reproducen con frecuencia textos poéticos. Es posible encontrar en estos medios textos de imitadores antes de que aparezcan publicados en libro (Extremeñas, 1902, Campesinas, 1904).

   Es cierto que Luis Grande Baudesson publica relatos y poemas en fecha muy temprana: 1899 Meridionales (Madrid, prologado por Salvador Rueda: 13 narraciones) y en 1900 Granos de arena (Madrid, Imp. Asilo de Huérfanos: un compilación de textos dispares), pero los cuentos de corte realista de Diego María Crehuet que aparecieron en diarios y revistas entre 1899 y 1906 no se recogerían en libro hasta 1950 (Obras, Madrid, Escelicer, Edición-homenaje).

   Las primeras muestras de modernismo irrumpen en las publicaciones periódica extremeñas en 1904, pero no es hasta tres años más tarde cuando se publica el primer poemario modernista (Mariposas azules, 1907).

   Los ensayos que constituyen el grueso de El genio literario de Extremadura (1912), de López Prudencio verían la luz con antelación en Archivo Extremeño.

   Ciertos relatos viajeros, estampas costumbristas y recuerdos literarios de Enrique Segura no verían la luz en forma de libro sino hasta 1956 (Ríos al mar).

   Ambas revistas, en fin, aglutinaron a los grupos pacense y cacereño, pues en ellas coincidirían en homenajes (Espronceda, Carolina Coronado), reseñarían sus propias publicaciones, polemizarían contra el naturalismo (Reyes Huertas en Archivo Extremeño), contra el modernismo más perturbador y rupturista (Reyes Huertas, López Prudencio...) y ejercerían una crítica siempre más amable que imparcial.

   Tras la guerra civil, el intento de normalizar la vida cultural cristalizó en varias iniciativas, como las tertulias o las revistas, que en este periodo suplen al libro de versos: Escorial (1940) y más tarde Garcilaso (1943)..., a las que seguirían otras -Indice (1945), Insula (1946)...- aparecidas tanto en la capital como otras muchas ciudades de España “Las revistas poéticas se reparten por toda España absorbiendo a los escritores preocupados en las provincias por combatir activamente la sensación moral de derrota. Aparte de Garcilaso [4] , que fue la vedette de las revistas españolas de poesía y polémica, muchas entraron en el juego de la anécdota contra ella y lo que ella representaba [...] Entregas de poesía, catalana, Verbo en la Valencia de 1946, Planas de poesía en Canarias, Cántico, en Córdoba, en 1947, La isla de los ratones en Santander en 1948, Corcel, en Valencia en 1942, Espadaña en León, en 1944, Proel, en Santander en 1944 y algunas más...” [5] .

   Son años de penuria editorial más perceptible en las provincias (escasez de papel, predilección de los editores por auotores extranjeros...) en los que las revistas adquirirán una notable importancia, hasta el punto de que su ausencia en la región hubiera barrido hasta el más pequeño rastro de vida intelectual. Recordemos que Extremadura, durante la inmediata posguerra, sufre un proceso de estancamiento similar al del resto de España. A la pérdida de numerosos escritores, muertos en la contienda (F. Valdés, A. B. Ducasse) o exiliados (E. Díez-Canedo) hay que sumar el silencio impuesto a otros, el exilio interior (J. Delgado Valhondo, A. Rodríguez-Moñino, Medardo Muñiz...). La estricta censura de esta década vigila cuidadosamente el libro impreso, de modo que sólo puede aflorar una literatura anclada en el conservadurismo ideológico (como el poema Extremadura del Luis Chamizo  -1941-, las novelas de Reyes Huertas... pero la obra de Felipe Trigo es sistemáticamente silenciada).

   El primer proyecto literario no institucional que vio la luz  fue la revista Alcántara, creada en Cáceres en 1945 por Tomás Martín Gil, Fernando Bravo y Bravo, José Canal y Jesús Delgado Valhondo. Sufragada en sus comienzos por los propios colaboradores, la Diputación Provincial se haría cargo de ella a partir del número XV (pues estos años se caracterizaron por la dirección e intervención absoluta del Estado en todas las manifestaciones culturales).

   En Badajoz, las primeras revistas son de aparición más tardía. En 1946 se funda Guadiana. Semanario de actividades extremeñas, dirigida por Fernando Sánchez Sampedro. A pesar de la alta talla de sus calaboradores (Valhondo, Enrique Segura, López Prudencio, Eugenio Frutos, Reyes Huertas...) se vio pronto inmersa en problemas financieros y sobrevivió sólo durante once números.

   Alor. Hojas de poesía, fundada en febrero de 1950 por Francisco Rodríguez Perera, fue uno de los cauces más valiosos para la literatura del periodo, abierta de modo especial hacia el mundo hispanoamericano. Costeada en un principio por su director pasó pronto (a partir del nº 7-8) a ser subvencionada por la Diputación de Badajoz [6] .

En septiembre de 1952 aparece Gévora subtitulada: “Hojas de poesía en prosa y verso”. De periodicidad mensual y distribución gratuita era dirigida por Manuel Monterrey hasta que, por enfermedad, es sustituido por Luis Alvarez Lencero. A pesar de su brevedad -8 páginas- ofreció una alta calidad en sus colaboraciones (Alvarez Lencero, Jesús Delgado Valhondo, Manuel Pacheco, Enrique Segura Otaño, José Canal...). Gévora fue el primer cauce para la edición de obras de Jesús Delgado Valhondo  -La Muerte del momento y Canto a Extremadura- en la región (en condiciones muy modestas, con copias a cilostil).

   Más efímeras fueron la revista emeritense Olalla (4-1957 / 9-1957), dirigida por Félix Valverde Grimaldi que sacó un todal de 6 números, Jaire (Badajoz, 1-1954 / 5-1955), con tres números, dirigida por Juan María Robles Febré y Francisco Horrillo, y la revista Angelus (Teologado Claretiano de Zafra) que llegó a sacar, sin periodicidad regular 13 números entre 1953 y 1960, pero, concebida con un órgano de expresión interno, dedicó únicamente su última entrega (septiembre de 1960) a los poetas extremeños.

   Estas revistas regionales acogieron en sus páginas de modo predominante, junto a corrientes ya superadas como la poesía regionalista o la de tonos neorrománticos, una poesía arraigada, anclada a una visión afirmativa del mundo que suele aparecer teñida de un coincidente sentido religioso (el paisaje como expresión de religiosidad, una poesía sacra ligada a las festividades litúrgicas...). Nos intersa subrayar, sin embargo, cómo se anticiparon notablemente a los primeros poemarios que expresaron similares inquietudes (Rex. Badajoz, 1946, F. Rodríguez Perera; Desde la lejanía. Poemas. Madrid, 1949, de Alfonso Albalá; Hombre de Dios, 1945, de José María Valverde; Hojas verdes y húmedas. Alicante, 1944, de Jesús Delgado Valhondo).

   Años más tarde, los primeros libros de versos de poesía social (Todavía está todo todavía. Orense, 1960, de Manuel Pacheco; Hombre. Madrid, 1961, de Luis Álvarez Lencero) verían anticipados sus motivos temáticos y procedimientos expresivos en revistas impulsadas por jóvenes creadores que se movieron fuera de las subvenciones  -y consiguiente vigilancia- oficiales. Se trata, por ello, de empresas efímeras con un sustento financiero poco sólido. Arcilla y pájaro (Cáceres) consigue publicar cinco números en los años 1952 y 1953. Anaconda, también cacereña, fue fundada por un grupo de jóvenes desgajado de la anterior y logró sacar sólo dos números en 1954.

   La nueva poesía comprometida de los 50 vio la luz entre violentas reacciones de los sectores conservadores y dificultades crecientes (de las que se veían libres las revistas “oficialistas”: Alor, Gévora, Angelus, Olalla). Los ataques de la prensa conservadora, la exigencia de un “visado” previo por parte de los gobernadores civiles... acabaron yugulando estos canales de expresión [7] .

   Esta rápida evocación del papel desempeñado por las revistas durante dos tramos cronológicos de nuestro siglo, primeras décadas y años de posguerra, corrobora de modo perceptible nuestra afirmación inicial. Las revistas de creación, a la vez que reflejan un panorama literario, lo promueven, pero de manera obligada también lo encauzan, ocasionando, por ejemplo, deslizamientos hacia el cultivo de determinados géneros que encuentran refugio en sus páginas especialmente en tiempos de pobreza editora (poema, reseña, relato corto...), en detrimento de otros (teatro, novela), anunciando siempre, como decíamos, la irrupción de nuevas orientaciones estéticas.

   Su carácter intermedio entre el diario (con el que comparte ingredientes como la fotografía, la reseña o la entrevista) y el libro (con el trabajo monográfico como elemento común), se traduce, por una parte, en su periodicidad más o menos precisa, y por otra, en el hecho de alimentarse, con mucha frecuencia, de trabajos que más tarde configurarán un libro (el poema o la estampa recogidos en compilaciones posteriores, el estudio crítico o histórico convertido en capítulo de aproximaciones más amplias...), pero también recoge aportaciones que difícilmente hallan cabida en otros lugares: el poema de circunstancias que se agota en la evocación o en el elogio, el estudio erudito local, tan interesante como limitado (contiene información que no es posible encontrar en ningún otro lugar, pero no distingue entre datos relevantes y banales), la ilustración, el documento singular [8] , etc.

   Al adentrarnos en el tramo cronológico que nos ocupa, último cuarto de siglo, podemos constatar, en principio la extraordinaria pobreza del primer año del periodo. Debido a desapariciones definitivas o temporales, 1975 ofrece como revistas abiertas a la creación las páginas de Alcántara, todavía en su primera época, Guadalupe y la más específica Revista cultural de la Escuela Universitaria del Profesorado de EGB (Badajoz). No es irrelevante recordar, sin embargo, otras publicaciones periódicas cuyos títulos, ignorando los boletines municipales y eclesiásticos, evocan, sin dificultad, aquella España dirigida, enlutada y procesional: Apendiz (OJE de Badajoz), Así somos (Colegio Diocesano de La Virgen de la Montaña, Cáceres), Cruzada mariana (Orden franciscana), Caminamos (Movimiento de Cursillos de Cristiandad, Cáceres), El buen amigo (Hoja parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe), Luz de Redención (Boletín de la Santa Esclavitud de María y de los Pobres), El Calvario (Hoja parroquial de Cristo Rey, Mérida), Olalla (Parroquia de Santa Eulalia), Revista del Santísimo Cristo de la Misericordia, Santa Ana (Campamento de Cáceres), Valbón (Grupo juvenil de prensa OJE, Valencia de Alcántara.), Villafranca (Antiguos alumnos del colegio San José).

   Esta penuria editora será la tónica dominante durante los años siguientes hasta la aparición, ya al final de la década, del Anuario de Estudios Filológicos (Cáceres, 1978), dirigido por Ricardo Senabre y Juan Manuel Rozas, que abrirá el camino a otras publicaciones periódicas de la UEX [9] , Capela en su segunda época (1978-1984), dirigida por Bernardo Víctor Carande, abierta, como siempre a escritores regionales y foráneos, y Alminar (I.C. Pedro de Valencia y el diario Hoy), revista coleccionable muy estimada y de amplia difusión (30.000 ejemplares)

   Otros títulos aparecidos en este periodo, y no podemos sino limitarnos a transmitir la sugestión de sus nombres, fueron:

 

            AÑOS 70

 

Alcántara. Cáceres, 1ª época (10/1945 – 12/1979. Dr. Tomás Martín Gil, Pedro Romero de Mendoza, Carlos Callejo Serrano.

 

Guadalupe. 3ª época. Bimensual, 1953 - ... Orden franciscana. Dr. Iñigo Gallego 7 Antonio Arévalo / Fr. Sebastián García.

 

Revista cultural de la Escuela Universitaria del profesorado de EGB. Badajoz, 5/1975. Fundador y editor: idem.

 

            Seis y siete. Badajoz, 11/1975 –07/1981. Semanal. Diario Hoy. Dr. Antonio González Conejero-Martínez.

 

Anuario de estudios filológicos. Cáceres, 1978. Dr. Ricardo Senabre y Juan Manuel Rozas.

 

Capela (1978-1984). Almendral. Dr. Bernardo Víctor Carande.

 

Alminar. 1/1979 – 3/1984. IC Pedro de Valencia / Diario Hoy. Badajoz. Dr. A. González y Teresiano Rodríguez Núñez.

 

Región extremeña (Revista de información extremeña). Madrid, mensual. 2/79  (20 ejemplares). Dr. José Julián Barriga Bravo.

 

El Gayinero (Revista Universitaria). Cáceres. Variable. 2/79 –1/80. 3 números editados. Difusión local. Dr. Miguel Bolz. José Luis Bernal Salgado, Miguel Bolz, Diego Gálvez, Francisco J. Martín y Miguel Romero. Contó con el apoyo de Ricardo Senabre y Juan Manuel Rozas.

 

 

            AÑOS 80

 

Nuevo Guadiana. Badajoz, 4/80 – 10/80. Dip. Prov. Dr. Gaspar García Moreno.

 

Aguas Vivas. (Boletín del Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias). A. Viudas Camarasa. Cáceres, 5/80 – 83. 1000 ejemplares. 2ª época 4/87 – sigue.

 

Correspondencia poética (Aula de poesía popular). Badajoz. Bimensual. 3/80 – 5/80. Moisés Cayetano Rosado. Aula de Poesía popular.

   “Es la primera revista de poesía que sale en Extremadura después de dos decenios”. Idea: Cayetano Rosado, Ferando León y Alfonso Bermejo. Con ella nació una tertulia. Algunos colaboradores: Manuel Pacheco, Antonio Goméz.

 

Norba (Revista de Arte Geografía, historia). Cáceres, 1980. Nacional. Servicio de publicaciones de la UEX. En 1985 se desglosan en tres publicaciones independientes: Norba-Arte, Norba-Geografía y Norba-Historia.

 

Residencia (Revista de la Residencia Universitaria “San José” de Cáceres). Anual. 12/80. Fundador: Residencia. Dr. Jesús Cañas Murillo. En 1985, nuevo formato y título “Residencia – Cuadernos de Cultura”.

 

Tierra Extremeña. Badajoz, 12/80. 3000 ejemplares. Dir. Moisés Cayetano Rosado. Editor: Servicio de Estudios de Emigración Extremeña (estudios de carácter histórico, económico y social).

 

            El Cuadernillo. Almendralejo, quincenal. Fudador, editor y director Grupo cultural “Nueva generación”.

 

Hoja de Alcandoria. Mérida. 6/81. 28 números (A-Z). Dr. Antonio Gómez.

 

            Puerta de la villa. Alburquerque, 1982, bisemanal. Dr. Julián Cano Izquierdo.

 

            Ventana Abierta. A. Amigos de la Cultura. Don Benito, 1981.

 

Campo Abierto (Revista de ciencias, artes y letras de la E. U. del profesorado de Badajoz). 1982. Dr. Eduardo Barajas Salas.

 

Nuevo Alor. Badajoz, trimestral, 3/1983 - 9/83. IC Pedro de Valencia. Dr. Bernardo Víctor Carande.

 

Melquiades. Badajoz, Bimensual, 1/1983. INB San Fernando.

 

Cáceres Cultural (Revista de la I C “El Brocense”). Cáceres. Bimensual. 01/83- 05/83. 3 números. Gratuita. Dr. Emilio Jaraíz Rivas.

   Colaboradores. María del Mar Lozano Bartolozzi, Ángel Sánchez Pascual, María José Rebollo Ceballos.

 

Gálibo (Revista de literatura). Cáceres. 1983. Continúa (en 1988). Fundador y editor. José Luis Bernal y otros. 300 ejemplares (nº 4-5 de homenaje a Juan Manuel Rozas).

 

Oropéndola (Revista de literatura. Revista de artes y letras). Cáceres. 04/83 –1985. Colectivo “Oropéndola”. Dr. J. Soto Ruiz /Félix Ortiz.

 

Pombo (Revista literaria). Cáceres. 12/83 – 1984. 2 números. Fundador: J. Morán, F. Tovar y M.A. Sánchez (antecedente de Alfares).

 

Retazos (Revista de expresión y pensamiento). Plasencia, 07/83 –1984, 4 números, Dr. Avelino Ramos.

 

            El invernadero (Revista cáustico-literaria). Llerena, 1983-85. 6 números. Dr. José Antonio Franco, Fernando Ruiz, Juan Vicente Franco.

 

            Proserpina. Mérida, UNED. Dr. Valentín Carrascosa López.

 

Alcandora (Revista de Extremadura). Madrid. Mensual. 12/84-1985. 10 números. 3000 ejemplares. Dr. Juan Antonio Pérez Mateos.

   Ensayos. Reivindicativa de la región.

 

Alor Novísimo. Badajoz. Diputación provincial. 10/1984. Bernardo Víctor Carande.

 

Anaquel (Revista de creación, crítica e información).Badajoz, 1ª época. Trimestral. 12 /1984 –11/87. 6 números. 2000 ejemplares. Editora Regional. Gregorio González Perlado.

 

El Boletín de los Escritores Extremeños. Mérida. 3/84-2/85. Asociación de Escritores Extremeños. Dr. Bernardo Víctor Carande. (Medio de expresión y de información de la Asociación Colegial de Escritores Extremeños).

(Colaborador de Hoja Parroquial de Alcandoria)

 

Aldaba (Revista literaria). Mérida. 08/84 –06/85. Variable. Editor. Colectico Aldaba. Dr. Fátima Fernández Constantino.

 

Bulevar. Cáceres. 09/84 – 1986. Editor y dir: Julián Rodríguez y F. Marcos.

 

Cuadernos populares. Badajoz, 09/84. Continúa. Editora Regional. Editor: Consejeria de Educación y Cultura. Dr: Gregorio González Perlado.

 

Hojas Sergas. Almendralejo. Trimiestral. 03/84 –1985. 7 números. E y Dr. Manuel Rodríguez Asensio. Colaboradores: Jesús Delgado Valhondo, Manuel Pacheco, J. Antonio Zambrano...

 

Alfares (Revista Literaria). Cáceres. Anual. 1/85. Fundador: Grupo Alfares (Tuvo como precedente a “Pombo”).  Apoyada por Ángel Sánchez Pascual y Bernardo Víctor Carande.

 

Egloga. Cáceres 01/85 –1985. Dr. Ramón Casares y F. Jiménez (sustituida por Alfares)

 

Arco Iris. Mérida 5/85 – 3/87, 1000 ejemplares. Dr. Antonio Gómez.

 

Frontera (de las artes, las letras, las ciencias y la economía). Badajoz. 10/86. Continúa. 2000 ejemplares. Caja de Badajoz. Dr. José Maria Pagador.

 

Extremadura En clave 92. Badajoz. Presidencia Junta de Extremadura.Anual, 1987, Dr. Luis A. Ruiz de Copeguí

 

Flexo (Revista Universitaria). Badajoz, 10/87. 3000 ejemplares. Dr. Antonio Martín Cancho.

 

Espacio / Espaço escrito. Dr. Angel Campos Pámpano, Diego Doncel, Alvaro Valverde. Dip. de Badajoz-Consejería de Cultura. Bianual 12/87

 

Éxtasis surrealista (Revista mensual de arte y literatura). Mérida. Mensual. 06/88. Contínua (en 1988). Editor y Dr. Grupo surrealista de Mérida.

 

 

            AÑOS 90

 

            Revista de Extremadura. Cáceres, 1990. Dr. Romano García.

 

Pirámide poética 1990. Mérida, Dr. Antonio Gómez, 44 págs. plegadas en forma de cubo.

 

Qarzis. Cáceres. 1990. Consejería de Cultura y Patrimonio. Antonio Martín Cancho. 15.000.

 

A la chita callando, 1991. Mérida. Dr. Manuel Calderón.

 

Píntalo de verde. Mérida, 1991. Dr. Antonio Gómez.

 

Gacetilla de la UBEX. Badajoz, 1992. Dr. Agustín Muñoz Sanz.

 

El Urogallo. Extremadura. 1992. Coordinador: Manuel Pecellín Lancharro.

 

Ap Arte. Plasencia (1992-93)

 

Oeste Gallardo. Manuel Pecellín, Badajoz, nº 1 sept. de 1993.

 

Vberitas. Don Benito, 1993, Dr. Juan Ricardo Montaña [10] .

 

La Luna de Mérida (1993). Editor. La luna de Mérida.

 

Catedra Nova. Badajoz. nº 1 1994. ANCABA (Asociación Nacional de Catedráticos de Bachillerato). Julián Martínez. Anual.

 

La  Plaza de Trujillo. Trujillo, Dr. Matilde Muro, 1994.

 

Boletín de la Sociedad Económica de Amigos del País. Badajoz, 1994.

 

Caja de Truenos. Mérida, otoño de 1994. Dr. Antonio Gómez.

 

Ronda de noche. Trimestral, 1995. A.C. Editorial de Cáceres. Dr. Julián Rodríguez. Géneros no atendidos por otras publicaciones: diario íntimo, cuaderno de viaje, artículo literario.

 

Que’d’arte (Revista de arte y literatura). Badajoz, 1996. 2 números. Dr. Juan Vicente Franco.

 

El Espejo. Badajoz. Asoc. Escritores extremeños. nº 1 marzo de 1996. Antonio Gómez, Elías Moro, Plácido Ramírez. Prosa / crítica / Tertulias / poesía.

 

Nuevo Guadiana. Badajoz, Dip. Prov. nº 1. 11/96. Dr. Gaspar garcía Moreno.

 

            Escalynata. Trujillo, 1997. Dr. Daniel Casado.

 

            Con Eñe. Badajoz, 2/97. Centro de Extremeño de Estudios y Cooperación con Iberoamérica. Dr. Miguel Rojas Mix.

 

Druida. nº 1, junio de 1997. Asociación C. Arceo, de Fregenal de la Sierra (creación, historia, sociología...)

 

Hablar / Fablar de poesía. nº 1, Badajoz 1997, cuatrimestral. Angel Campos. Un grupo de revistas nacionales (la única extremeña, Espacio / Espaço escrito), una de las cuales se encarga de coordinar cada entrega.

 

Qarzis (reaparece en 1998)

 

Solar (1998)

 

Ala de mosca (Pínfano). Otoño de 1999. Edita. Asociación Guilda Gómez-Aguayo. Idea de Antonio Gómez y Salvador Gómez-Aguayo. (Suplemento: Pínfano). Ejemplares personalizados.

 

Correspondencia. Librería “Punto y aparte”, 1999, Formato: dos folios con recortes que al cerrarse forman un sobre en cuyo remite figuran los colaboradores de cada número (8 caras). Coordina: Punto Aparte (nº 1), Paco López (nº 2), J. Ricardo Montaña (nº 3).

 

Cápsula. Mérida, 1999, Dr. Antonio Gómez. 1 (colectivo), ½ A. Gómez, 2 (colectivo)

 

   Nos encontramos, en estas y otras revistas no citadas, pero en modo alguno desdeñables (de centros de Enseñanzas Medias, de asociaciones culturales locales, de ayuntamientos...) [11] , en el ámbito natural del mestizaje literario en que tendencias del pasado y procesos experimentales (culturalismo, poesía visual...) conviven en un territorio de lindes inestables, en el cauce de la reflexión teórica, de la irrupción, como decíamos, de nuevos senderos estéticos..., pero las revistas también han sido durante estos años el cauce idóneo para la relación con otras áreas peninsulares (números monográficos sobre literatura extremeña han incorporado revistas como la vasca Zurgai, la catalana El ciervo, la asturiana Jugar con fuego o Primer acto).

   Frente al tácito desdén de las editoras regionales, han sido las revistas las que han entablado un enriquecedor diálogo con el ámbito hispanoamericano (labor que realiza Con Eñe, del Centro extremeño de Cooperación con Iberoamérica) y con la cultura portuguesa, inexplicablemente olvidada durante décadas (como viene haciendo la espléndida Espacio / Espaço escrito y, en su estela, con distintos propósitos, Hablar / Falar de poesía, Encuentros / Encontros, O pelourinho...).

   Ordenadas cronológicamente, por comodidad y pereza, las revistas de este cuarto de siglo [12] admiten otras clasificiones de más rendimiento: por ciudades, en revistas-planeta y satélites, por personas y sus proyectos. Si alguien establece un agrupamiento, siguiendo este último criterio, se verá obligado a mencionar, en lugar relevante, los nombres Ángel Campos, Bernardo Víctor Carande o Antonio Gómez

   Si la complacencia en el entorno próximo y el localismo han sido lastres frecuentes de algunas revistas, los proyectos de Bernardo Víctor Carande (Capela, Nuevo Alor, Alor Novísimo, Boletín de los escritores extremeños), por el contrario, han exhibido siempre un aire cosmopolita, nada provinciano, circunstancia no incompatible con su conocido interés por el campo. Cuando en 1984 se hace cargo de Alor (con el epígrafe Alor novísimo) expresa, en su primer número, su propósito de que esta sea “si extremeña nunca exclusivista, abierta a cualquier parcela de la actividad intelectual”, y esta es la tendencia dominante en las dos época de Capela (1956-60 y 1978-84), en que ofreció, con periodicidad trimestal, entregas muy cuidadas en donde tuvieron cabida numerosos autores no regionales. Probablemente nos encontremos ante las revistas de perfil más personal, más contagiadas por el talente creativo y anarquizante de Carande. También ante dos de los proyectos más atractivos y cargados de sorpresas: comics, poemas visuales, encartes, recortables, noticias pintorescas. Los sucesivos empeños por dotar a la revista de una estructura fija (varios números pretenden una organización que parece anunciarse como definitivas: agro y cultura, política y literatura, historia y ciencias (aplicadas o no), viajes, recuerdos, crítica y reseña bibliográfica, correspondencia, etc [13] ), se ve desbordada constantemente por la propia riqueza y diversidad de un material que no se doblega a esquemas prefijados. Difícilmente confundible con otras revistas, Capela es, en palabras de Jorge Guillén, “una revista, una familia, un modo de vivir y de escribir, y pronto será una institución”.

   La sola mención de los temas de cada número (segunda época) basta para calibrar la extraordinaria variedad de focos de interés de la revista: la Restauración (personajes), El tango (agrario y político), Otoño y maquis, Viaje a Marruecos (Constitución en caló), Males de la agricultura, Sevilla y la ausencia, Veinte años después, Homenaje a Carrión de los Condes, Los días del solano, Nueva York y la sequía, De Sicca re agraria, Juan Ramón, Goethe, Archivos de España, la arquitectura.

   Una dispersión temática y un desdén por las estructuras fijas que consigue eludir una deficiencia frecuente en el género: que las sucesivas entregas de una revista se conviertan en obras predecibles, rasgo que, si razonable en los órganos de investigación y crítica, deberían rehuir las revistas de creacion literaria.

   La misma predilección, por lo demás, mostró en Alor Novísimo, dedicando números monográficos a Cáceres, Erasmo de Rotterdam, a las ovejas, a las bibliotecas, y, finalmente, a Badajoz, puerto de mar.

 

   Mayor atención merecerían los numerosos proyectos de Antonio Gómez, introductor y pionero en la región de las más diversas manifestaciones de creación visual, una de cuyas primeras implicaciones alcanza al concepto de “libro” y “revista” rompiendo con ello la imagen tradicional de lo que sólo han sido contenedores de textos (los escritores, ya se sabe, no escriben libros, sino “textos”, encomendados a editores para su publicación), que pasan a convertirse en parte preciosa de la obra completa; esto es, de cauce y medio de comunicación (recuérdese la apreciación de Mijail Bajtín: “El texto está siempre preso en alguna forma de material muerto... piedra, barro cocido, cuero o papiro”) acaba convirtiéndose en fin, pues “Ante todo, un libro objeto no es un mero soporte de palabras, es más bien una secuencia de espacio desarrollado en cualquier lenguaje escrito y en cualquier sistema de signos” (A. Gómez. Introducción a Poesía Visual. Libro objeto).

   Desde su primera obra visual (20 poemas experimentales, 1972), Antonio Gómez ha persistido, con una fidelidad insobornable, en una trayectoria plagada de dificultades sin cuento hasta reunir a su alrededor un grupo de creadores (colectivo emeritense “Alcandoria”) que acabó por imantar hacia sus postulados estéticos a creadores de otros grupos (como el dombenitense “Vberitas”). Olvidados por instituciones y editores (los volúmenes son de difícil ejecución, caros y aún minoritarios), han sido los creadores quienes, en una tarea paciente y artesanal, han producido muestras de sus obras (la fotografía constituye un medio esencial de presentación y difusión) o, en el mejor de los casos, autoediciones de reducidísimas tiradas. Por contra, su condición de “arte visual”, no sometido a barreras idiomáticas (la mayor parte de estas obras no necesita ser traducida), le ha permitido una vasta y rápida expasión (muy superior a las tendencias poéticas tradicionales), protagonista ya de un único discurso internacional.

   Un rasgo común a todos las obras colectivas de A. Gómez lo constituye su condición de proyectos cerrados con una vida editorial fijada de antemano, de modo que ninguno de ellos se ha visto abocado a la habitual agonía y desaparición de tantas otras entregas periódicas; y así, Hoja de Alcandoria aparecía numerada de la A a la Z, Píntalo de verde consta de 100 números progresivos y 100 regresivos, Arocoiris se compone de siete cajas cada una de las cuales ofrece textos de siete poetas, Pirámide poética está formada por 44 cuatro páginas que, plegadas en forma de cubo, construyen esta figura geométrica, etc.

   Hoja de Alcandoria surge entre los colaboradores de la exposición “Lo experimental en lo poético” (1981) como medio de difusión de su obra. Desde el primer momento fue considerada como verdadera revista literaria, iniciadora de una forma de expresión artística y de comunicación verdaderamente original. La primera letra apareció en julio de 1981.

   “Artífice de estas pequeñas joyas” (Pecellín Lancharro, Hoy, 31-7-1983), Antonio Gómez mantuvo su publicación en calidad y originalidad con la misma tirada inicial (500 ejemplares) y el mismo título. Como parte integrante del contenido de la Hoja puede entenderse “el regalo” que siempre acompañó sus salidas: un objeto pequeño, de uso cotidiano, que convierte a esta publicación en verdadero collage, sorprendente siempre por lo que lleva en sí de imaginación y creación.

   En ella han publicado sus creaciones José María Escudero, Bemardo Víctor Carande, Álvaro Valverde, Elena Corbacho, Rosa María Lencero, Victoria Carande, Manuel Pacheco, Antonio Gómez... Los trabajos no llevan firmas; éstas figuran al final de la última página de cada número pero sin especificar a qué trabajo corresponden.

   Píntalo de verde es el epígrafe de dos revistas distintas, una manuscrita, otra de contenido gráfico que reúne poesía visual, dibujos, grabados, fotografías, collages, etc. De periodicidad mensual, hasta el número de enero del 2000 han colaborado 533 autores de 39 países. En cada número siempre intervienen 16 creadores, de los cuales como máximo 8 son españoles. Como agradecimiento a su participación cada autor recibe un ejemplar de la carpeta en la cual participa. Tres de los cuatro ejemplares restantes son entregados a fundaciones y el cuarto que completaría los 20 queda en propiedad del director.

   Píntalo de verde ha estado presente en muestras de publicaciones alternativas realizadas en Inglaterra, U.S.A., Alemania, su existencia ha sido difundida en numerosos artículos y reseñas de revistas especializadas en Europa, Canadá, U.S.A. y Japón. Su numeración, después de haber alcanzado el número 100 empezó ha realizarse en negativo y en sentido decreciente. Este proyecto finalizará con el número (-0), la próxima carpeta en ver la luz será la –58.

   La Caja de truenos es una caja de plástico cuya carátula es diseñada en cada número por un artista gráfico y su contenido está formado por obras originales con volumen (poemas objeto, pequeñas esculturas, cerámica, objetos imposibles, etc.). Su tirada es de 20 cajas, una por cada participante.

   Otros proyectos han sido Arco iris (05/1985 – 03/87, siete cajas), El holo (de contenido satírico y burlesco, 5 números, 1000 ejemplares), Pirámide poética (1990, 44 cubos que forman dicha figura geométrica, 2000 ejemplares).

   Sus revistas han estado presentes en Los Encuentros de Editores Independientes y Ediciones alternativas celebrados anualmente en Huelva. Obras suyas han estado expuestas en la edición de Arco 2000, al tiempo que Píntalo de verde y La caja de truenos se muestran en estos momentos en la exposición, “Publicaciones alternativas”, abierta desde el 27 de enero al 4 de marzo en Palma de Mallorca.

   Quiero cerrar este recorrido rápido por su trayectoria, una trayectoria abierta aún a los más impredecibles itinerarios, con unas palabras suyas, que quizá le hayan animado en los momentos difíciles: “Todo lo que pase y aunque nadie lo advierta, todo lo que se hace queda hecho. Los hechos quedan y tarde o temprano terminan por ser descubiertos. Toda cosa hecha influye de alguna manera en las restantes, incluso lo imperceptible tiene su efecto”, consideración que compartimos plenamente.

   Somos conscientes de que esta aproximación a las revistas de nuestro presente y pasado inmediato está condenada a un rápido envejecimiento. Por fortuna para todos. En algún lugar de Extremadura, en estos momentos, un grupo de jóvenes planea una revista de aparición inminente y de más o menos larga vida; esto es, está erigiendo una obra, situada a medio camino entre el periódico y el libro, que será precioso ámbito para la experimentación, la reflexión teórica, la crítica, el diálogo o simplemente el elogio.

 



[1] La imprecisión terminológica no hace sino acentuar la confusión en los orígenes. Todavía en nuestro siglo, la revista extremeña Adelante (1902-1906), dirigida por Marcelino Bravo y Bravo, de periodicidad semanal, se denomina “periódico ilustrado”, “revista ilustrada” y “periódico literario con ilustraciones”.

[2] La bibliografía sobre publicaciones periódicas es, en nuestro siglo, abundante, desde los ya clásicos trabajos de Román Gómez Villafranca y Arcadio Guerra, hasta los más completos de Mercedes Pulido Cordero y Tomás Nogales Flores (Publicaciones periódicas extremeñas, 1808-1988. Badajoz, DPDB, 1989), de M. Carmen Carrera Mancera y Guzmán López Navarrete (Catálogo de revistas y publiciones periódicas. Mérida, ERE, 1993, que recoge la producción hasta 1992) y los excelentes trabajos de Manuel Pecellín Lancharro: 500 publicaciones extremeñas. Badajoz, Universitas, 1993; Bibliografía extremeña. Badajoz, Caja Rural, 1997, y Bibliografía extremeña. Badajoz, Caja Rural, 1999. Trabajos monográficos sobre determinadas revistas han realizado Antonio Carretero Melo (sobre Archivo extremeño, memoria de licenciatura inédita), Antonio Salgueiro Carvajal (sobre Gévora, memoria de licenciatura, en prensa) y Eugenio García Fuentes (sobre Alcántara, editado por la misma revista). A todos ellos quiero dedicar estas palabras.

[3] Felipe Trigo aparece en alguna ocasión como colaborador ocasional en la Revista de Extremadura (v.g. “La toga”, noviembre de 1901), pero el escritor villanovense permaneció siempre alejado tanto del grupo cacereño como del pacense.

[4] La participación regional en Garcilaso fue notable. Recuérdese que en su primer número la revista, diseñada entre otros por Pedro de Lorenzo, incluía un soneto de Eugenio Frutos y un Drama breve de Eusebio García Luengo.

[5] Rubio, Fanny y Falcó, J. L. Poesía española contemporánea (1939-1980), Madrid, Ed. Alhambra, 1991, págs 35-36. En la relación faltan precisamente las revistas extremeñas: Alcántara (Cáceres, 1945), Alor (Badajoz, 1950) y otras aparecidas fuera ya de este periodo.

[6] La segunda época de la revista, Nuevo Alor, dirigida por Bernardo Víctor Carande, se prolongó de marzo a diciembre de 1983. En 1984 inició su tercera época con el mismo director y un nuevo cambio de denominación: Alor Novísimo.

[7] Vid. Sánchez Pascual, A. “Poesía extremeña en los años 50”, en Revista de Estudios Extremeños, 1987, I, pág. 9 y siguientes.

[8] Véase el siguiente “Contrato de maestras” (1923), publicado por la revista Ventana Abierta (Don Benito, 1996), pág. 97): “Este es un acuerdo entre la señorita     ..................................... maestra, y el Consejo de Educación de la Escuela   ......................... por el cual la señorita ........................ acuerda impartir clases durante un periodo de ocho meses a partir del .......... de septiembre de 1923.

El Consejo de Educación acuerda pagar a la señorita   ........... la cantidad de ($ 75) mensuales.

   La señorita  ....................................... acuerda: 1. No casarse. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa. 2. No andar en compañía de hombres. 3. Estar en su casa entre las 8:00 de la tarde y las 6:00 de la mañana, a menos que sea para atender una función escolar. 4. No pasearse por las heladerías del centro de la ciudad. 5. No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin permiso del presidente del Consejo de Delegados. 6. No fumar cigarrillos. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando. 7. No beber cerveza, vino ni whisky. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encuentra a la maestra bebiendo cerveza, vino o whisky. 8. No viajar en coche o en automóvil con ningún hombre excepto su hermano o padre. 9. No vestir ropas de colores brillantes. 10. No teñirse el pelo 11. Usar al menos dos enaguas. 12. No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos. 13. mantener limpia el aula: a) Barrer el suelo del aula al menos una vez al día, b) Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente y jabón, c) Limpiar la pizarra al menos una vez al día, d) Encender el fuego a las 7:00, de modo que la habitación esté caliente a las 8:00, cuando lleguen los niños, y 14. No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.

   Un buen ejemplo de documento que “expresa”, sin información adicional, un pasado terrible y no tan lejano, que halla cabida difícilmente en una monografía y que el períodico desdeña resueltamente.

[9] Con el tiempo, la Universidad de Extremadura fue configurando un amplio catálogo de publicaciones periódicas: Norba (Historia, Arte, Geografía), Acta Veterinaria, Anuario de la Facultad de Derecho, Boletín de la Sociedad Española de Genética, Correspondance y Cuadernos de Filología Francesa.

[10] Vberitas ha publicado, desde 1993, siete entregas incluidas en la revista dombenitense Ventana Abierta: Vberitas, Amaltea, Caligae, Tierra de Encinas, Sed de agua, Brisa de alas y I Muestra de poesía colombiana.

[11] He aquí algunos otros títulos, gran parte de los cuales dedica espacio a la creación literaria. Son revistas de pueblos y ciudades, como Casatejada, Hermandad (Granja de Torrehermosa), Mérida, Talarrubias, Tentudía (Calera de León), La Fontanilla (Fregenal de la Sierra), San Juan (Badajoz), El jacho (Barcarrota), Alconétar (Garrovillas), El carro (Guareña), Brezo y Pizarra (Las Hurdes, Nuñomoral), Sharia (Badajoz), Al aire (Campanario)..., de Centros de Enseñanza Medía como Argos (INB de Guareña), Asterisco (excelente revista del INB Cuatro Caminos de Don Benito), La ventana de la ciencia (INB Puente Ajuda, Olivenza), Alfar (INB Luis de Morales de Arroyo de la Luz), La lapita (INB de Barcarrota), Rincón del Cuco (INB de Alburquerque), Papeles de literatura (INB de Villafranca de los Barros), Ciudad Abierta (Colegio Claret de Don Benito), La fragua (INB Albarregas de Mérida).

[12] El número todal de revistas es, sin duda, muy superior a las que aquí se reseñan. Hemos centrado nuestra atención a las que han dedicado sus páginas en una u otra medida a la creación literaria, pero otras áreas han encontrado asimismo órganos colectivos de comunicación: la educación (Campo abierto, Candil, Caudal, Formación, Debate Extremadura), la agricultura (Albear, Sementera, Agenda del campo), la arquitectura (Aldaba, Oeste), cine (la espléndia V.O), turismo (Extrematur, Senderos de Extremadura), arqueología (Anas, El aljibe, Norba-arte), ciencias naturales y medio ambiente (Alytes, Extremadura siglo XXI, El chozo)... y otras cuyos epígrafes permiten formarse una idea más o menos precisa sobre su contenido: Extracta mathematicae (UEX), Acta veterinaria (UEX), Extremadura médica, Extrema/duda (antropología), Saber popular (folclore), Paradoxa (filosofía), Ecos taurinos, Fiesta brava, El quejío (peña cultural flamenca de Jerez de los Caballeros), Revista de ajedrez extremeño, Gladius (armamento antiguo, arte militar...), etc., etc. 

[13] Números más adelante se anuncian las siguientes “secciones fijas”: "De re agraria", "El arbolito", "Correspondencia", "Crítica biográfica", "Clásicos discretos", "Los seres", "Los recuperables", "Capela news", "Encartes surtidos".



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